martes, 30 de diciembre de 2008

Escala uno_uno.

En la segunda entrada de este blog hablé de la fraternidad escala 1_1 entre amigas, mis amigas. Escala uno_uno es un proyecto desarrollado por Rosa Colmenarejo y Gema Mayer para el aula Eileen Gray, espacio de género del Colegio de Arquitectos de Córdoba. La referencia la tomé del blog de Rosa Colmenarejo "Jardines en los que creo" (marzo de 2007). Por un despiste no escribí una postadata a mi entrada en la que aclaraba el origen de la idea y del proyecto. Sorry, Rosa y Gema, fue todo un despiste.
Más información en http://www.lacalledecordoba.com/noticia.asp?id=15071
Por cierto, "Jardines en los que creo" es un blog estupendo y lleno de ideas. No se lo pierdan!
http://rosacolmenarejo.blogspot.com/2007/05/escala-unouno-proyecto-ocho-de-marzo.html

sábado, 27 de diciembre de 2008

Hommage.

En un día como hoy y tal y como ha resultado la Navidad de este año quiero rendir un sentido homenaje a mi familia. Un desastre rocambolesco de trenes, despertadores y fechas de viaje. Mara viajará mañana a casa de mi madre, Marie. Pasará unos días en familia con mis abuelos, mi madre y mi hermana Catherine. Yo dejaré el viaje para dentro de unas semanas. Quizá para el puente de Andalucía, a finales de febrero.
Ayer fue el cumpleaños de mi tía Marie-Thérèse de modo que hubo una pequeña reunión familiar. Llamé por teléfono y la verdad que extrañé mucho estar allá con la familia, celebrando de buen humor que el tiempo sigue pasando para todos. Y una buena copa de vino.
Besos y abrazos para todos allá. Nos vemos muy pronto.
Os quiero. Y extraño.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Juan Domingo Santos/y 3.

ROCES [INTERCAMBIOS Y APROPIACIONES TEMPORALES EN UN CENTRO HISTÓRICO]
Centro Histórico, Barrio de San Matías, Granada, España.

Hay intervenciones arquitectónicas que hacen la guerra por cuenta propia. Desentendidas de lo que sucede alrededor, deciden el futuro encerradas en los límites físicos de su territorio, dedicando el tiempo a imaginar espacios, interpretar tipologías, componer fachadas, o adecuar -de la manera más rentable- un programa de necesidades al espacio disponible. Podríamos decir que viven sumergidas y en clausura, aisladas y con oídos sordos, confiando el éxito al objeto diseñado desde la labor disciplinar. Otras -las menos- deciden el futuro a partir de conjeturas y relaciones con sus inmediatos, andan preocupadas por lo que sus vecinos puedan ofrecerles, y añaden intereses ajenos a problemas propios, como si de la suma de acontecimientos pudiera derivarse un modo de vida que contentase a todos y cada uno de los habitantes, y en el que la arquitectura es la herramienta de la que se sirven para dar forma a los continuos acuerdos y desavenencias. Es revelador descubrir que al agrupar cosas, al juntar casas, el interés puede estar en los encuentros y relaciones entre las partes por encima de cada una de ellas. El modo en que se agolpan, se solapan o colisionan las arquitecturas en el centro histórico, permite reconocer formas diferentes de participación en el contacto, a la vez que genera nuevas expectativas a los implicados en el roce: la morada exige diálogo para expresar sus deseos y el conflicto forma parte de la solución final del proyecto. Si esta posibilidad se acepta como argumento, podríamos plantear la ocupación en un centro histórico desde otra perspectiva ajena a la disciplina arquitectónica, otorgando el protagonismo a sus moradores, que reclamarían intereses (deseos) sobre las propiedades vecinas para ser incorporados a las propias, en un proceso de amplia participación y mediante acuerdo. "Hacerse sitio", formar parte del laberíntico entramado de la ciudad antigua no es nada fácil, y podríamos encontrar sentido a la idea de alojar una construcción en estas condiciones si participara de una serie de ventajas -no siempre legítimas-, de las que disfrutaría junto a otros habitantes y por efecto de las cuales se establecería entre ellos alguna solidaridad, aunque fuese circunstancial. No importa lo acordado, al tiempo que el acuerdo podría alterarse por otro mejor, más provechoso, de mayor utilidad o ganancia para todos. Estar abiertos a esta dinámica supone un modo de acción transformadora que subvierte y trastorna los modelos arquitectónicos tradicionales, condiciona la arquitectura por venir y, lo que es más significativo, desdibuja los límites de la propiedad privada al invadir la ajena.
Visto de esta manera, "intervenir acordando" es algo así como insertarse en una colisión en cadena que se propaga bajo el efecto dominó y al que vendrían a incorporarse progresivamente otros habitantes, aceptando el juego del intercambio, el trueque, la permuta, la cesión o el préstamo. Proyectar en estas condiciones es relacionar cosas, asumir la voluntad transformadora con una inclinación más o menos vehemente de ánimo hacia algo que nos atrae y que desearíamos tener. ¿Quién no ha pensado en derribar el muro medianero que separa su casa de la vecina para ampliar la estancia que ha quedado pequeña, subir a la cubierta que no nos pertenece, tener en propiedad una habitación con vistas en el edificio de enfrente, o soñar con apropiarnos del hermoso patio de columnas en piedra de la casa contigua, aunque sólo fuera por unos instantes al día? Claro está que soñar la realidad de esta manera exige un conocimiento exhaustivo de la vida del vecino y sus pertenencias, adentrarse en su mundo privado, colarse entre las rendijas de la vecindad y conocer palmo a palmo el terreno en el que pisamos para "usurpar", compartir o prestar con garantías. Es el juego del intercambio, de la permuta: transportar las cosas de allá para acá, a la vez que otras se trasladan a otro lugar. Por ejemplo, una visita inesperada, una mirada atenta sobre algunas propiedades de la casa colindante que podríamos llevarnos a la nuestra puede favorecer, por qué no, el sentido de la colectividad. Con la naturalidad con la que pedimos al vecino azúcar, sal o detergente, le dejamos al cuidado de las plantas, o la custodia del correo en nuestras ausencia, por qué no pedirle en el mismo tono una parte de su salón, alguna habitación que no usa y de la que andamos necesitados, atravesar el patio de su casa para llegar a la nuestra, o compartir las cuerdas del tendedero...Puede ser interesante descubrir los límites de generosidad en nuestros vecinos de barrio y hasta qué punto están interesados en aceptar el trueque que les propongamos o apoderarse de algo que nos pertenezca. No estaría mal tantearlos y ponerlos a prueba.
Todo este tipo de intercambios parece que en principio pudieran entrar en conflicto con el Código Civil, encargado de velar celosamente por el derecho a la propiedad privada, pero construir mediante convenio, aunque excepcional, no es antijurídico. La ley deja las puertas abiertas a las "extrañas" dislocaciones originadas por esta manera de proceder que reguladas mediante servidumbre son norma. Pensemos que este intricado proceso de préstamo/adquisición de espacios y lugares se mueve por intereses propios, con reglas internas, factibles, que no sean válidas fuera del recinto e impliquen actitudes de crecimiento particulares, difíciles de entender si no se es parte interesada. Sin embargo, lo que viene sucediendo en nuestros centros dista cada vez más del interés por la convivencia y el contacto entre colindantes. Nadie quiere rozarse con el vecino y las distancias empiezan a ser alarmantes en la mayoría de las ocasiones. Resulta especialmente peligroso el aislamiento al que conduce habitualmente la arquitectura de la sustitución por la pérdida de contacto con el prójimo, la independencia estructural-espacial que origina en la casa y la aparición de juntas de dilatación entre construcciones, una novedosa solución constructiva que disloca los roces y produce desapego entre semejantes. La construcción acordada, por el contrario, evita el aislamiento y propicia el sentido de colectividad, favorece el crecimiento espontáneo y genera comportamientos que recuerdan los de la tradición -como solapes, galabernos, acoples en vertical y en horizontal, cuerpos volados hacia el interior, servidumbres, suelos y techos medianeros, construcciones sobre terrenos ajenos, accesiones directas e invertidas de propiedad-, que precisan de seria consulta a la reglamentación jurídica y sesiones de trabajo con un experto abogado. El juego está servido. Ahora que todo el mundo quiere tener la propiedad a buen recaudo podría ser estimulante construir sin estas obsesiones, con libertad de movimientos: hacia arriba y hacia abajo, a la derecha e izquierda; saltar, encaramarse o desplazar en diagonal, en zigzag, atravesando patios y conectando calles. Cualquier movimiento es posible con tal de que exista el acuerdo. Si manipulamos con esta intención el cuerpo del centro histórico, el proyecto de arquitectura será necesario para recomponer una situación inestable producida después de cada negociación. Construir desde esta perspectiva supone una dislocación de la franja que separa lo público de lo privado, una ambigüedad que produce inevitablemente servidumbres, una incomodidad que se acepta como penitencia de una colonización "desordenada" y fuera de toda regla, pero que también es sinónimo de generosidad y de interés hacia algo que vive olvidado o escondido. Siempre hay algún desecho que en el acuerdo recobra un nuevo sentido, se actualiza y es rentabilizado con mayor provecho por otros. Acordar y desacordar, especular sobre el patrimonio con esta sana íntención, produce imágenes enlazadas que transfiguran la realidad y dejan cicatrices del estado anterior, una manera singular de relatar su accidentada y apasionante vida.
Las tres entradas sobre JDS han sido extraídas de la revista El Croquis nº 119, Sistemas de trabajo, Madrid, 2004.

Juan Domingo Santos/y 2.

Una carta de JDS (febrero de 2004):
"Lo que os paso a contar es una experiencia que se inició por el año 89 cuando el Ayuntamiento decidió recuperar este tradicional barrio del casco histórico en avanzado estado de deterioro. Me encargaron trabajar sobre una pequeña casa patio situada entre cinco muros medianeros que era propiedad de una de las prostitutas, "la Coja", vecina de "la Remedios", de "la Carmela de los muertos" y de un sastre. "La Pepinica" y "la Cabezona" eran prostitutas también, vecinas de la calle de enfrente. Todo un gueto dedicado a la prostitución, y un lugar muy especial en la ciudad desde hace mucho tiempo. Pero lo más interesante fue descubrir que las casas del barrio eran conocidas por una peculiaridad o defecto físico de la propietaria, y de ahí sus nombres. Cada una de ellas vivía en una casa muy transformada, aunque guardaban todavía el trazado y algunos elementos de interés en no muy mal estado, como el patio, algún que otro pilar de agua, etc. El caso es que con motivo de la reforma de las casas decidí plantear entre ellas una serie de intercambios arquitectónicos, de manera que cada cuál pudiuera ver cumplido el deseo de tener algo de lo que carecía pero que su vecina podía ofrecerle. Inmediatamente el juego comenzó a funcionar y todas propusieron una lista de aquellas cosas que querían conseguir y, a cambio, lo que podrían ofrecer; de manera que, por ejemplo, "la Coja", que nunca había tenido un patio en condiciones, pudo conseguir mediante intercambio pasar a través del hermoso patio de "la Remedios" para llegar a su casa, y así sucesivamente...Como comprenderéis, este lío de cesiones e intercambios necesitó de asesoramiento jurídico, y fue necesario establecer una serie de reglas internas con las que llegar a entenderse. Además, el juego se propagó a otros vecinoes como un efecto dominó, y fue necesario regular de algún modo todo este tipo de acuerdos. La experiencia no ha acabado aún y, aunque el Ayuntamiento provisionalmente ha situado unas oficinas municipales en una de sus casas, esperemos que pronto se marche para continuar el juego. Confío que el proyecto os resulte interesante o, por lo menos, os divirtáis durante un rato. Un fuerte abrazo".
Granada, 12 de febrero de 2004.
Continuará...

Juan Domingo Santos.

Reproduzco aquí parte de un artículo que escribe el arquitecto Juan Domingo Santos (Granada, 1961). El título del artículo es EXPERIENCIAS [CONTIGÜIDADES Y HALLAZGOS].

"(...) De una manera general he empleado la contigüidad como una cremallera que enlaza las cosas más variopintas (...) Más que el resultado me han interesado los procesos de transformación de los objetos y los lugares, por esa razón los proyectos no han surgido nunca desde el estudio, son el resultado de la acción de buscar y juntar. Me gusta salir y encontrar cosas (...) El devenir de estos objects trouvés ha sido siempre el reciclaje; manipulados han tenido un destino bien distinto a su función original y todos han seguido el mismo camino sin importar la condición o escala del hallazgo, ya se tratara de objetos producidos por la industria, de construcciones arquitectónicas, de infraestructuras industriales o incluso del mismo territorio agrícola. Contraje el gusto por la subversión y el trastorno de la funcionalidad de las cosas desde la infancia, tendencia que he vuelto a experimentar al trabajar más tarde y de un modo consciente en la arquitectura. Así pues, he vivido este tiempo de la misma manera, obsesionado por manipular las cosas para darles vida; me ha gustado tocarlas, cambiarlas de posición, desplazarlas, experimentar con ellas; he provocado experiencias intencionadas para descubrir sus respuestas y también he procurado a su vez enlazarlas con otras para ver hasta dónde conducen y dan de sí. Para mi asombro todo está más próximo de lo que en principio hubiera podido imaginar y lleno de alianzas indefinibles entre lo sensible y lo significativo. Veo posible hallar una cierta continuidad entre ellas, sólo hace falta tiempo para lograr el equilibrio. Por esta razón los proyectos no se han hecho de una vez, alimentan el deseo de quedar suspendidos, siempre revisitados; no es cuestión de perfeccionismo ni de buscar el logro, sino de darles la oportunidad de reelaborarse entregados a los avatares del tiempo y de sus usuarios, con esa intención se liberan en el momento adecuado (...) Me han enseñado mucho de lo que significa el tiempo y la incorporación de nuestros deseos a las cosas".

martes, 23 de diciembre de 2008

Los frágiles encuentros y las relaciones.

A cuenta de una entrevista que el arquitecto Juan domingo Santos le hace a Álvaro Siza para la revista El Croquis hay un párrafo que me ronda desde hace meses. En la introducción de la entrevista escribe JDS: "Siempre he pensado que la principal inquietud de Álvaro Siza ha sido aventurarse a descubrir los frágiles encuentros donde las cosas se lanzan señales unas a otras. Inducidas a vivir en permanente relación parecen hallar con naturalidad su sentido. Viendo la obra de de Álvaro Siza se tiene la sensación de que un proyecto nace de una necesidad, de un desequilibrio o de un vacío por explorar. Seguramente construir sea investigar de manera desinhibida en el campo de las relaciones (...)"

Esta última frase es para mí sustancial. Y no únicamente en lo que toca e interesa a la arquitectura o al urbanismo (Siza es un arquitecto en verdad muy comprometido con hacer ciudad, al igual que Juan Domingo Santos). Todo el párrafo me es afín de un modo muy personal e íntimo en mi manera de estar en el mundo, de relacionarme, de respirar, bailar, de acercarme, en la manera de estar atenta y con los sentidos bien abiertos a todo mi alrededor.

Es tarde y estoy algo cansada como para continuar escribiendo.
Una sonrisa de buenas noches.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Las amistades peligrosas.


Acá estoy con mi café bien caliente en la cama, el portátil, los marlboros. Aurélien a mi lado viendo una peli y charlando por teléfono. Un gustazo de tarde.

Hace un par de noches nos vimos con Pepa y otros amigos en el Correo. Hacía un frío brutal. Y la cañita en la mano. Eso sí que es senequismo cordobés.
Disfruto tanto de los encuentros con Pepa. Está llena de vida y de alegría. La alegría está asimismo un tanto devaluada; no parece propio de gente seria y profunda. Me refiero a la alegría como rasgo fundamental de carácter. Yo soy alegre igualmente. No puedo evitarlo! Admiro la búsqueda de Pepa porque es a ella misma a quien busca denodadamente. Es sin duda una de las mujeres más guapas y atractivas que conozco.
Aurélien duerme ahora. Descansa. Una fiesta con amigos que no terminó bien del todo. Alguien lo quiso como cabeza de turco de los propios pesares. Estaba aturdido por el desorden, por la bronca, por lo injusto del reproche. A mí también me han querido como cabeza de turco en esta historia, y es una sensación muy fea, a ratos demencial. Una vez más acabo pensando que gran parte de nuestros males suceden porque nos negamos a asumir nuestra responsabilidad sobre las decisiones que tomamos, sobre los caminos que decidimos emprender. Y nada más. Tan fácil como eso. Perooo nos ponemos facilones y le zampamos por la cabeza a otro todo nuestro resentimiento y toda nuestra frustración. El enemigo son siempre los otros, creo que dijo alguien, viejo y sabio Sartre.
Todos mis besos para Aurélien.

sábado, 20 de diciembre de 2008

La esperanza de Gómez Losada.


El pasado mércoles 17 asistí a la inauguración de la exposición de Miguel Gómez Losada. Admiro su pintura, su ser-pintor, su mirada sobre las cosas, la delicadeza. La ternura tan devaluada, escribe Rafael Obrero. Alguna vez te he dicho, Miguel, que tu pintura tiene todo que ver con la música. Eres muy músico cuando pintas. Para mí es algo evidente, una corriente que te alcanza súbito, sale a tu encuentro desde la misma piel del cuadro, palpitante. Y te atrapa, te envuelve, te hace bailar su ritmo exótico, cantar bajito la melodía.
La tercera mirada. Es una idea fascinante que descubro en el catálogo de la exposición. Digo idea y no sé si digo bien. La realidad fascinante y sugeridora.
Fue una tarde de encuentro con tantos amigos y conocidos que aprecio y admiro al tiempo. Justo ahí, todos reunidos en la sala Carmen del Campo. La calma del encuentro, la alegría, los ojos bien abiertos.
Río Amur -la tercera mirada-
Óleo sobre lienzo, 40 x 40 cm.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Luego de lo primero...


Va lo segundo: todo mi afecto para mis amigos y amigas. Pero sobre todo a vosotras, Maite, Pepa, Irina, Rosa, Pura, Marina, Luz. Todas extraordinarias de un modo amable a escala 1_1. Plenas, poderosas. La mejor compañía, las charlas más sabrosas, los mejores ratos, y también a veces, las mejores lágrimas. Los abrazos y la complicidad. Las corazonadas y los croissants crujientes. Café siempre. Y la música.

Buenas noches.

En buena compañía siempre.

Buenas tardes, mundo.
Alguien quiere un café bien caliente? Café siempre!
Y un cigarrito para acompañar la conversación. Recuerdo que hace unos años alguien me dio el mejor consejo: lo primero va antes. De modo que comienzo saludando a mis íntimos: a mi hija Mara, a mi amigo más allá de todos los océanos, AA (y que algo ha colaborado en la creación de este blog) y al mejor amigo de mi corazón, Aurélien.

Sol de invierno hoy en Córdoba, anocheciendo ahora.