domingo, 21 de diciembre de 2008

Las amistades peligrosas.


Acá estoy con mi café bien caliente en la cama, el portátil, los marlboros. Aurélien a mi lado viendo una peli y charlando por teléfono. Un gustazo de tarde.

Hace un par de noches nos vimos con Pepa y otros amigos en el Correo. Hacía un frío brutal. Y la cañita en la mano. Eso sí que es senequismo cordobés.
Disfruto tanto de los encuentros con Pepa. Está llena de vida y de alegría. La alegría está asimismo un tanto devaluada; no parece propio de gente seria y profunda. Me refiero a la alegría como rasgo fundamental de carácter. Yo soy alegre igualmente. No puedo evitarlo! Admiro la búsqueda de Pepa porque es a ella misma a quien busca denodadamente. Es sin duda una de las mujeres más guapas y atractivas que conozco.
Aurélien duerme ahora. Descansa. Una fiesta con amigos que no terminó bien del todo. Alguien lo quiso como cabeza de turco de los propios pesares. Estaba aturdido por el desorden, por la bronca, por lo injusto del reproche. A mí también me han querido como cabeza de turco en esta historia, y es una sensación muy fea, a ratos demencial. Una vez más acabo pensando que gran parte de nuestros males suceden porque nos negamos a asumir nuestra responsabilidad sobre las decisiones que tomamos, sobre los caminos que decidimos emprender. Y nada más. Tan fácil como eso. Perooo nos ponemos facilones y le zampamos por la cabeza a otro todo nuestro resentimiento y toda nuestra frustración. El enemigo son siempre los otros, creo que dijo alguien, viejo y sabio Sartre.
Todos mis besos para Aurélien.

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